Es difícil que el estudiante, presionado por concretar su trabajo, comprenda y acepte que la mejor crítica a su proyecto puede ser una pregunta: Una pregunta que refiera al sitio, al lugar donde se implanta su intervención: urbano, suburbano, rural, o en una locación abstracta; la interrogante que dispare la reflexión sobre la relación entre su idea y el pequeño sector del mundo que esa idea va a transformar. Una pregunta que puede referirse al hombre/mujer: el/la que va a habitar-usar-gozar los espacios creados, que se va a proteger del clima, que establecerá una relación afectiva con sus lugares de comer, dormir, o leer un libro. La pregunta sobre la identificación del usuario/a con sus espacios y formas, sobre la apropiación de ese hombre/mujer de los lugares construidos para ellos. Una pregunta que coloque al hombre/mujer en el principal foco de atención de su trabajo. Una pregunta que aborde qué y cuántos recursos demanda su propuesta, qué tecnología es aplicable, que grado de constructividad tiene, qué prestaciones ofrece para que el/la usuaria se sienta confortable. Una pregunta referida a la forma, esa dictadora que la mayoría de las veces pretende ser el factor más definitorio en la ecuación. ¿Lo es? Esa forma, ¿ha nacido como respuesta a una problemática compleja… o como anticipada imagen elegida – como un plato de un menú – de alguna revista o Pinterest…con la que desea trascender el arquitecto…? Celebramos un nuevo Anuario de trabajos estudiantiles. Detrás de ellos están las preguntas que ellos respondieron con esfuerzo en un proceso de enseñanzaaprendizaje hacia la arquitectura. Arq. Jorge Di Pólito Coordinador Académico Universidad ORT Uruguay Facultad de Arquitectura
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