Exdocente y graduado diseñaron el Liceo Impulso, en Casavalle
El Liceo Impulso es un centro educativo que comenzó a funcionar en marzo de 2013 para brindar una educación de calidad a adolescentes, con expectativas de alto rendimiento y con un modelo que involucrara a toda la familia.
Para lograr esto, uno de los aspectos importantes era el lugar donde esa experiencia se iba a llevar a cabo. Allí es donde el Arq. Manuel Herrera Lussich, exdocente de la Facultad de Arquitectura, y el Arq. Guzmán Herrera, graduado de la facultad, se involucraron con el proyecto y se encargaron del diseño arquitectónico de este liceo, que está dirigido por Fabrizio Patritti, que tiene un certificado en Planificación y Gestión Educativa en el Instituto de Educación de Universidad ORT Uruguay, entre otros títulos académicos de prestigio. Hablamos con los dos arquitectos y les hicimos algunas preguntas para que nos contaran sobre este proyecto. “Estábamos muy empapados con la propuesta social del liceo antes de empezar a proyectar”, dijeron.
-¿Por qué decidieron realizar el diseño de este proyecto para el Liceo Impulso en el barrio de Casavalle? ¿Cómo surgió para ustedes la posibilidad de ser los encargados de hacerlo?
-La fundación Impulso, luego de realizar ciertos estudios de investigación, vio que el barrio de Casavalle era la zona indicada, ya que tiene una población muy numerosa en deserción y con muchas dificultades de aprendizaje.
-¿Cuáles son las características distintivas del diseño arquitectónico de este proyecto?
-La fundación está integrada por un grupo de profesionales uruguayos de primer nivel. A su vez, es una fundación conformada por un grupo de amigos. Fue gracias a la relación que ambos tenemos con los integrantes del grupo que surgió la posibilidad de hacer esto tan lindo.
-¿Cómo fue la articulación entre la propuesta arquitectónica por ustedes planteada y la propuesta social que presenta el Liceo Impulso?
-La principal característica que tiene el liceo es su tipología; la forma en que los distintos módulos están dispuestos alrededor de un gran patio central verde, ya sea de aulas o de la administración, formando un hexágono. A través de la forma y de la materialidad del proyecto, se intentó integrar a los chicos al liceo, y al liceo al barrio. En cuanto a la propuesta, no sabemos si hubo una articulación consciente, ya que participamos de este emprendimiento desde su nacimiento. Todos estuvimos en la elección del terreno, por lo que recorrimos varias veces el barrio con la gente de la fundación. Eso hizo que estuviéramos muy empapados en la propuesta social del liceo antes de comenzar a proyectar.
-¿Hubo aspectos específicos del diseño en los que hicieron un énfasis especial teniendo en cuenta la particularidad del proyecto?
-Sí. En primer lugar, esta era una obra que tenía que ser realizada en ocho meses, por lo que había que buscar un proyecto que se pudiera ejecutar en ese plazo y que, a su vez, se realizara con la disponibilidad económica de la fundación sin dejar de lado la calidad arquitectónica. De acuerdo a lo que proponía el programa, tuvimos en cuenta la integración total del conjunto. De ahí surgió la creación de módulos unidos por la galería perimetral que le dan vida al patio central, corazón del proyecto.
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