Intervenir una ciudad y embellecerla, son dos objetivos que podrían encabezar la lista de Ricardo Fernández, graduado de la carrera de Arquitectura de la Universidad ORT Uruguay que actualmente se desempeña, desde Ecuador, como gerente regional del estudio Gómez Platero.
Su apuesta está en desarrollar nuevos negocios en el mercado inmobiliario ecuatoriano, sin perder de vista lo que sucede en su país. “El mercado uruguayo está mucho más maduro y valora más el buen diseño”, asegura el ejecutivo, a la vez que describe su experiencia en ORT como un hito que le permitió llegar hasta donde está actualmente.
Gómez Platero es una empresa uruguaya que aterrizó en distintos territorios, como es el caso de Ecuador. ¿Cómo fue tu integración a la firma?
Yo entré a la firma en el 2001, aún estaba terminando la carrera de Arquitectura en ORT y me incorporé como pasante, justamente para el anteproyecto de la Terminal Terrestre de Guayaquil. Sin saberlo, Ecuador ya me estaba llamando en ese momento. Desde entonces, me quedé en el estudio y no me fui más.
¿Cuáles son las principales características de tu trabajo en el rol de gerente regional?
Las principales funciones de mi trabajo tienen como meta el ampliar y desarrollar nuevos negocios, de forma tal de afianzar la relación con los clientes actuales o nuevos. También trabajo para establecer un nexo entre nuestro equipo en Uruguay y los servicios o proyectos que ofrecemos y desarrollamos en cada una de las centralidades que manejo.
¿Qué es lo que más disfrutás de tu trabajo?
Lo que más disfruto es no solo conocer gente y culturas nuevas, sino entablar justamente relaciones a largo plazo con nuestros clientes. Realmente la sensación de dejar a un cliente encantado tras haberle desarrollado un proyecto espectacular es impagable. Además de siempre tener desafíos y metas nuevas, eso te motiva mucho.
"El mercado uruguayo aún tiene muchas posibilidades de obras ambiciosas".
¿En qué desafíos trabajas actualmente?
Actualmente estoy, no solo con el desafío de consolidar aún más el mercado ecuatoriano, sino que además buscando ampliar el mercado en Perú. En este último mercado hemos entrado tímidamente. Tenemos sí varios proyectos, incluso uno que se está terminando de construir, pero tengo la meta de ampliarlo.
¿Qué características tienen las obras que llevan el sello de Gómez Platero?
Principalmente, y antes que nada, lo que hagamos debe dejar al cliente encantado, generar un pedazo de mejor ciudad y obviamente ser rentable para quien nos lo encarga. Buscamos y somos obsesivos en hacer bien las cosas y que nuestros proyectos sean disfrutados por la mayor cantidad de usuarios.
El estudio se caracteriza por llevar a cabo obras de gran magnitud como el Banco de Guayaquil o el shopping Nuevocentro en Montevideo. ¿Hay una visión de apostar a grandes desafíos?
Para nosotros, cualquier obra es un desafío y no importa el tamaño. Le ponemos el mismo empeño, cariño e importancia a cualquier proyecto que nos confían. Obviamente, nuestra trayectoria, know-how nacional e internacional, y la confianza que han tenido nuestros clientes al permitirnos acompañarlos en sus proyectos, no solo grandes sino desafiantes, nos han posicionado para ser lo que somos hoy. Realmente tenemos un equipo espectacular que puede atacar cualquier escala y cuanto más desafiante es el proyecto, más nos gusta.
"Probablemente no estaría donde estoy hoy si no hubiera tenido mi pasaje por ORT".
¿Cómo visualizas el mercado inmobiliario uruguayo? ¿Qué diferencia le ves con respecto al ecuatoriano?
El mercado inmobiliario de Uruguay, viéndolo a la distancia, está cada vez más consolidado. La diferencia más grande que le veo con Ecuador es la escala. Aquí los proyectos son más grandes, porque el mercado también es mayor. Otra diferencia que veo es que el mercado uruguayo está mucho más maduro y valora más el buen diseño, cosa que en Ecuador está empezando a suceder pero que aún tiene que madurar un poco más en ese sentido.
¿Hay lugar en el mercado uruguayo para más obras ambiciosas? Si pudieras elegir, ¿qué construirías y en dónde?
Sin dudas, el mercado uruguayo aún tiene muchas posibilidades de obras ambiciosas y el hecho de que más gente se anime a invertir en el país —tanto locales como extranjeros— va a ser fundamental, ayudado por la seriedad que transmite y el posicionamiento que tiene el país en la región.
Respecto a qué construiría y en dónde, no soy muy ambicioso. Estos años fuera del país me han hecho valorar mucho más el Uruguay. Me encantaría diseñar y construirme una linda casa frente al mar, en algún sitio de la costa uruguaya.
¿Qué obra u edificio ya existente en el mundo te hubiera gustado crear?
Algo que nos tramite nuestro director, Martín Gómez Platero, es su sueño de que todos nuestros proyectos tienen que generar un pedazo de mejor ciudad. Soy un convencido de que debe ser así y soy un obsesivo en mejorar el espacio urbano. Un ejemplo que usamos mucho y con el cual me siento 100 % identificado no es un edificio, sino justamente una intervención urbana que generó eso y de muy buena manera. Me refiero al High Line de Nueva York (Estados Unidos), donde aprovechando una infraestructura en desuso y que estaba a punto de ser desmantelada, lograron revertir la situación generando un parque lineal con excepcionales calidades paisajísticas y de diseño, que hicieron que dicha zona de Manhattan se revalorizara y que hoy sea una de las zonas, no solo más visitadas, sino con mayor plusvalía. Me hubiese encantado participar de ese proceso creativo y de ideación.
¿Qué te aportó tu pasaje por ORT a la hora de pensar en tu carrera profesional?
Realmente me aportó muchísimo. En primer lugar, la posibilidad de formar parte de una firma espectacular como es Gómez Platero. Mientras estudiaba en ORT, el arquitecto Juan Bastarrica, a quien apreciaba muchísimo profesional y humanamente, en su momento no solo había sido mi docente en la universidad, sino que también formaba parte del staff de arquitectos del estudio. Fue Juan quien me presentó a Martín Gómez Platero y ambos me invitaron a formar parte de la empresa. Probablemente no estaría donde estoy hoy si no hubiera tenido mi pasaje por ORT, universidad en donde, sin dudas, se generan grandes amigos y estrechas relaciones a futuro que pueden cambiar tu vida.
Por otro lado, me aportó una manera distinta de ver la profesión. Me hizo querer más la carrera y me motivó a querer hacer bien las cosas. Además, me impulsó a pensar fuera de la caja y encontré que docentes, decanato y colegas siempre están ahí para apoyarte en cada etapa de la carrera.